La regulación de la inteligencia artificial (IA) es un desafío complejo y en evolución debido a los rápidos avances tecnológicos y su posible impacto social, político, económico y en los derechos humanos de millones de personas. Hay quienes piensan que no se debe regular en modo alguno, pero lo cierto es que tarde o temprano se le tendrán que aplicar las reglas jurídicas (ya sea las existentes o unas que se creen considerando sus específicas necesidades de regulación) a los sistemas de inteligencia artificial.
De hecho, no existe un sistema de inteligencia artificial, sino una gran pluralidad de ellos, con funciones y tareas diferentes. El que ha tenido mayor impacto en los meses recientes ha sido lo que se llama “inteligencia artificial generativa” a partir de la cual se pueden crear textos, fotos, obras de arte, videos e incluso música (ChatGPT o Bard son dos ejemplos de esta modalidad de IA). En todos esos temas tendremos que preguntarnos por ejemplo de qué manera aplican las reglas sobre derechos de autor, propiedad intelectual, patentes, etcétera.

Otra cuestión diferente tiene que ver con la capacidad de la IA de almacenar y analizar grandes cantidades de información. En países como China (pero también en algunas naciones europeas) se están utilizando para identificar a las personas que acuden a centros comerciales o que participan en manifestaciones públicas, a fin de tenerlas bien ubicadas y conocer sus patrones de conducta. Las autoridades señalan que de esa forma se puede prevenir la comisión de delitos, pero lo cierto es que también se pueden afectar derechos como la vida privada o la intimidad.
Si en el futuro se estima necesario contar con una regulación jurídica de la IA, habría que tomar en cuenta algunos de los siguientes temas cuando menos:
1) Definición de la IA y el alcance de la regulación: el primer paso consiste en tener claridad sobre qué es la IA y qué aspectos de su utilización deben regularse. Al tratarse de un tema emergente y con perfiles poco definidos todavía, lo mejor sería una regulación amplia y general, en vez de una que quiera entrar a ciertos detalles que podrían quedarse obsoletos en poco tiempo.

2) Directrices y principios éticos: es esencial establecer directrices y principios éticos para el desarrollo y uso de la IA. Estas pautas deben abordar cuestiones como la transparencia en su funcionamiento, la responsabilidad por su creación y por su uso, y el respeto a la privacidad de quienes la utilizan.
3) Protección de datos personales: la IA a menudo se basa en grandes cantidades de datos, y es crucial regular la recopilación, el almacenamiento y el uso de datos para proteger los derechos fundamentales de las personas y evitar posibles usos indebidos.
4) Garantizar la responsabilidad: es importante que el uso de la IA nos permita asignar responsabilidades en caso de mal uso o de consecuencias indeseables. Esto es particularmente importante en temas críticos como la atención médica, las finanzas y el uso de la IA en la impartición de justicia.
5) Seguridad y protección: los reguladores deben considerar los estándares de seguridad y protección para evitar que la IA cause daños a los humanos o sea explotada con fines maliciosos.

6) Evitar el llamado “sesgo algorítmico” y preservar la equidad: abordar el sesgo en los sistemas de IA es fundamental para evitar resultados discriminatorios. Las regulaciones deben fomentar el desarrollo y la implementación de IA justos e imparciales. La IA toma mucha información que ya está disponible en internet. Si su fuente de alimentación no es equitativa, el resultado va a incorporar ese mismo sesgo. Hay que evitarlo o, en todo caso hacerlo explícito para poder identificarlo cuando exista. Al respecto, hay una buena discusión en Estados Unidos a propósito del caso “Loomis v. Wisconsin” sobre la aplicación de los estándares del debido proceso legal y del derecho a la defensa en un proceso penal, cuando algunas de las decisiones tomadas en dicho proceso dependen de sistemas de inteligencia artificial.
7) Pruebas y certificación: la implementación de procesos de prueba y certificación para los sistemas de IA puede garantizar el cumplimiento de las reglamentaciones y los estándares de la industria. Se trata de un ámbito que apenas se está desarrollando, una certificación de seguridad nos ayudaría a tener claridad sobre lo que vamos aprendiendo y sabiendo sobre la IA.
8) Colaboración internacional: Dada la naturaleza global de la IA, la colaboración entre países y organizaciones internacionales es crucial para desarrollar marcos regulatorios consistentes. Aunque algunos países podrían tomar el liderazgo, lo mejor es construir una regulación internacional que cada nación pueda tomar como punto de partida e ir adaptando a sus propias necesidades.
9) Monitoreo y Adaptación: Las regulaciones deben ser adaptables para seguir el ritmo de los avances tecnológicos. Es necesario un seguimiento y actualizaciones regulares para abordar los desafíos emergentes, que sin duda alguna serán muchos.

10) Innovación y competitividad: es crucial lograr un equilibrio entre la regulación y el fomento de la innovación. Las regulaciones deben apoyar el desarrollo responsable de la IA sin sofocar la creatividad y la competitividad.
Es importante tener en cuenta que la regulación de la IA requiere de un delicado equilibrio entre la preservación de su carácter innovador y la protección contra daños potenciales que puedan afectar a nuestros derechos humanos. Es indispensable un diálogo entre especialistas de diversos campos del saber, en el que participen expertos en políticas regulatorias, tecnólogos, especialistas en ética, juristas y también el público usuario de los sistemas de IA.
Además, a medida que evoluciona la tecnología de IA, las regulaciones deberán evolucionar junto con ella para garantizar una relevancia y eficacia continuas. No cabe duda que estamos viviendo un tiempo apasionante, lleno de retos derivados del conocimiento científico y del avance tecnológico.
La regulación jurídica puede y debe aportar mucho, para preservar valores tan importantes como los derechos humanos, la igualdad, la privacidad y en general el respeto de la dignidad humana. Ojalá desde la abogacía decidamos asumir este desafío tan grande y podamos aportar ideas, en beneficio de los millones de personas que, sabiéndolo o sin saberlo, van a ver sus vidas transformadas por los sistemas de IA.
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