La refutación de un argumento consiste en mostrar mediante un contraargumento que la tesis defendida por nuestro contrincante está equivocada o es falsa.
Es importante ordenar nuestra refutación y presentarla adecuadamente, siguiendo una serie de pasos preestablecidos, de forma que ésta logre todo su efecto y brillantez:
Primer Paso: “Ustedes han dicho…”
Es importante que el público (y el jurado) sepa claramente contra qué idea de nuestro oponente vamos a lanzar la refutación. En una forma breve y concisa, debemos parafrasear lo dicho anteriormente por el equipo contrario, para lo cual se necesitan dos habilidades poco practicadas hoy día: saber escuchar y saber tomar notas de lo dicho durante el debate.
Segundo Paso: “Sin embargo…”
Una vez expuesta la tesis de nuestro contrario, debemos presentar en forma de titular nuestra refutación (es decir, nuestra contra-tesis o antítesis). En ella expresaremos el motivo por el que consideramos rechazable el argumento del contrincante: porque no ha demostrado nada, porque carece de pruebas, o bien lo que dice es irrelevante o incluso incoherente o contradictorio.
Tercer Paso: “Porque…”
Este es el momento de poner las cartas sobre la mesa, mostrar las razones que nos respaldan en nuestra crítica al adversario. Al fin y al cabo, una refutación es a su vez un argumento (un contra-argumento, diríamos mejor), por lo que debe ser igualmente respaldado en base a datos, ideas, valores o principios que se deben ser explícitamente comparados con los que presentó la otra parte, de forma que facilitemos al jurado y al público la tarea de comparar las credenciales de ambos bandos. Por eso, no sólo explicaremos el error de nuestro adversario, sino también la relevancia de dicho error para la cuestión o problema que nos ocupa.
Cuarto Paso: “Y, por tanto…”
Presentar la conclusión final de nuestro alegato, aunque pueda parecer repetitivo o innecesario por darse por sobreentendido, es sin embargo un recurso útil para confirmar al público y al jurado que somos nosotros quienes llevamos razón (es lo que metafóricamente suele afirmarse como «rematar la faena»). En dicha conclusión, volvemos a presentar la tesis original de nuestro adversario poniendo el énfasis en su debilidad o defecto (o resaltando por el contrario la superioridad de nuestra postura).
FUENTE: aprenderadebatir.es
Excelente!!!!
Hola…
Me gustaría recibir información en mi correo sobre el Diolomado
Hola Manuel, te enviamos un correo electrónico. Si tienes mas preguntas por favor, no dudes en contactarnos. Saludos.
muy util ! muchas gracias
El estudiar derecho o interesarse,es solo para los futuros abogados?muchas gracias.