¿Deberíamos reabrir las escuelas? Recomendaciones para un seguro regreso
La docencia es una actividad muy común entre los abogados: somos un gremio que participa activamente en la formación de los estudiantes; sin embargo, con la integración de las tecnologías, la enseñanza basada en casos, y las clases en línea, muchos docentes se han quedado atrás en cuanto a innovación, creatividad y eficacia para el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Hoy en día muchas actividades que por meses estuvieron limitadas o totalmente prohibidas por la pandemia derivada del Covid-19 han retornado con cierta normalidad, sin embargo, la situación para el sector educativo ha sido totalmente distinta, pues la mayoría de los colegios siguen sin regresar a las actividades presenciales o lo han hecho con grandes limitantes, lo cual podría poner en riesgo la continuidad pedagógica de las y los estudiantes. A través de un minucioso y detallado estudio de la UNESCO en el que participaron más de 100 universidades privadas y públicas de Latinoamérica, se exponen los principales retos y obstáculos que han enfrentado instituciones académicas, estudiantes y profesores.
Universidades.

Resulta evidente que, a casi dos años de pandemia, la educación a distancia que ha sido utilizada como medida emergencia en casi todo el mundo para evitar el rezago educativo, siga resultando un reto para las instituciones académicas, pues han tenido que incorporar el concepto de las clases presenciales a diversas herramientas tecnológicas para no interrumpir los programas educativos, plataformas como Moodle, Google Classroom, Blackboard, Microsoft Teams y Zoom. Aunque un 80% de las universidades ya contaba con el uso de estas tecnologías, sólo eran utilizadas con fines muy específicos por lo cual, la mayoría de las escuelas aún no cuenta con una infraestructura sólida para poder abastecer la demanda estudiantil, teniendo que recurrir incluso al radio y la televisión, sin embargo, el alcance a estos medios no es equitativo para todos los estudiantes, pues la brecha de acceso a las nuevas tecnologías sigue siendo bastante amplia.
Aunque ha habido un acercamiento de los gobiernos con el 52 % de las universidades de sus países y se han creado planes en conjunto, las escuelas consideran que aún hay un panorama de incertidumbre, ya que se desconoce cuándo y cómo se volverán a abrir las aulas, y si los colegios serán una prioridad de los Estados respecto a los presupuestos públicos, pues la contingencia ha generado gastos excesivos en muchas áreas y desconocen si la educación será un sector primordial.
Docentes

Es obvio que no todos los profesores contaban desde antes de la pandemia ni con experiencia previa en el manejo de las plataformas ni, lo que aún importa más, con una formación específica para la educación superior a distancia; Un 65% demostraron no estar capacitados para el uso correcto de las tecnológicas, siendo superados en su uso, por los propios alumnos, aunado a las complicaciones que para muchos maestros implicó adaptar la dinámica y metodología de sus materias a las clases impartidas en línea, por lo que algunos optaron por mantener ciertas sesiones de manera presencial hasta que las condiciones sanitarias lo hicieron medianamente posible.
Estudiantes

Las y los alumnos al igual que los docentes tuvieron que acostumbrarse a un nuevo ritmo de vida en casa, lo cual resultó agotador y por un tiempo suprimió por completo la interacción social a la que los estudiantes estaban acostumbrados, lo que derivó en crisis psicológicas e incluso problemas de salud. Pese a que estaban más habituados al uso de plataformas educativas digitales con respecto a los profesores, el problema para los alumnos es que muchos de ellos no cuentan con el acceso necesario a internet (sólo el 58% reportaron tener acceso a una red confiable) y otras tecnologías, además que su gran problema sigue siendo principalmente el factor económico, pues si bien las universidades han implementado diversas estrategias en apoyo a los estudiantes como el apoyo tecnológico 44% ,pedagógico y socio-emocional 62% el porcentaje respecto al apoyo financiero sólo representa el 1%. Más allá de los obstáculos, muchos alumnos consiguieron graduarse y terminar sus estudios de manera virtual y no como lo hubiesen preferido; en un aula y de manera presencial como es la costumbre.
Algunos países latinos han permitido un retorno gradualmente a las aulas, pero todavía hay un panorama de incertidumbre respecto al regreso total y la continuidad pedagógica. Las universidades consideran que en un futuro será mucho más viable que se organicen grupos de estudiantes más reducidos y una cantidad menor de clases presenciales. En definitiva, lo más probable es que las formas de enseñanza y aprendizaje que han empezado como fórmulas de emergencia para evitar el rezago y la deserción escolar, evolucionen y se consoliden ya desde la reapertura como parte del modelo híbrido con el que habrá que convivir de momento y que tal vez se convierta en la nueva normalidad pedagógica en la educación superior, para garantizar la salud y seguridad de académicos y personal administrativo.
Recomendaciones

Con base en los resultados cuantitativos y las experiencias compartidas por estudiantes y docentes, la UNESCO considera que se debe planificar y reestructurar la continuidad pedagógica de acuerdo con una estrategia de rediseño que deberá centrarse en tres grandes ejes:
1. Documentar los cambios pedagógicos introducidos durante la crisis y sus impactos; en particular, hay que prestar atención a los efectos negativos de la educación a distancia de emergencia y, particularmente, al síndrome del Coronateaching. La pregunta crítica es si la experiencia adquirida puede capitalizarse para un rediseño de estos procesos, maximizando las ventajas de las clases presenciales al tiempo que se extrae mayor partido de las tecnologías, y, en segundo lugar, establecer hasta dónde quiere o puede llegar cada institución.
2. Promover la reflexión interna sobre la renovación del modelo de enseñanza y aprendizaje. Esta reflexión podrá llevarse mejor a cabo si las instituciones de educación superior cuentan con oficinas de innovación y apoyo pedagógico cuyo papel, además de desarrollar las competencias pedagógicas del profesorado, es el de fomentar la innovación pedagógica y acumular y diseminar las evidencias que resulten de su evaluación.
3. Aprender de los errores y escalar la digitalización, la hibridación y el aprendizaje ubicuo. Pensando en el futuro hay que partir del principio del realismo y generar estrategias que no confíen solo en una única tecnología, sino que combinen varias para garantizar que se llega a todos los estudiantes o, lo que es tanto o más importante, que las soluciones tecnológicas no perjudican a quienes ya parten de una situación de desventaja. Cada institución, y probablemente cada disciplina, deben encontrar la combinación de tecnologías y recursos más apropiadas para mejorar el impacto pedagógico sin renunciar a la equidad y a la inclusión.
Ante el panorama actual, en el que la pandemia ha tomado un papel cotidiano en casi todo el mundo, valdría la pena evaluar las áreas de oportunidad que se pueden encontrar en diversos aspectos; en el ámbito educativo se debe considerar la revisión pedagógica y la reestructuración de la oferta formativa en la educación superior. Es de esperar, en este sentido, que sean muchas las instituciones que emprendan el camino de una necesaria renovación pedagógica con el apoyo de los nuevos adelantos tecnológicos con miras hacia la parcial o completa digitalización de las aulas con el fin de favorecer tanto la calidad educativa como la equidad y al mismo tiempo no arriesgar la calidad de vida de estudiantes y maestros.
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