Una jueza y un juez federal en tu vida. Reflexión conclusiva

Una jueza y un juez federal en tu vida. Reflexión conclusiva

Una jueza y un juez federal en tu vida

Reflexión conclusiva

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Miguel Carbonell <strong><a href="https://miguelcarbonell.me/wp-admin/post.php?post=5586&action=edit#_ftn1">*</a></strong>
Miguel Carbonell *

Abogado – Profesor – Escritor – Especialista en Derecho Constitucional

Señor Ministro Arturo Zaldívar, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal.

Magistrada Fabiana Estrada Tena, Coordinadora General de Asesores de la Presidencia de la Suprema Corte.

Lic. Alejandra Spitalier Peña, Secretaria General de la Presidencia de la Suprema Corte.

Distinguidos integrantes del Poder Judicial de la Federación.

Señoras y señores:

Culmina el proyecto “Una jueza y un juez federal en tu vida” que fue concebido desde el año pasado por el Ministro Arturo Zaldívar, con el objeto de acercar la impartición de justicia federal a la gente. Desde el 3 de febrero hasta el pasado lunes 3 de octubre, estuvimos recorriendo todas y cada una de las entidades federativas del país para explicar cómo se estructura el Poder Judicial de la Federación, diferenciando sus tareas de lo que les corresponde realizar a otros poderes u organismos del Estado mexicano, exponiendo los criterios más destacados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dando a conocer sentencias relevantes de los tribunales federales que ejercen jurisdicción en la entidad que estábamos visitando y, sobre todo, escuchando a la gente para conocer sus prioridades y preocupaciones.

Los eventos iniciaron siempre con un video de bienvenida del Ministro Presidente. Luego hablamos de la estructura y competencias de la Suprema Corte, de los órganos que conforman el Consejo de la Judicatura Federal y de esa jurisdicción especializada por razón de materia, que forma parte desde 1996 del Poder Judicial de la Federación, que es el Tribunal Electoral. Todo ello con un lenguaje asequible para las personas, sin utilizar tecnicismos y sin recurrir a expresiones rebuscadas que tanto les gustan a algunos colegas abogados.

© Centro Carbonell Online

Dimos cuenta de la impresionante estructura que permite administrar la justicia federal en un país que tiene casi dos millones de kilómetros cuadrados. Esta inmensa tarea requiere el funcionamiento de 873 órganos jurisdiccionales en los que trabajan 47,193 personas (el 86% de ellas dedicadas a cuestiones jurisdiccionales de fondo).

En cada entidad federativa dimos entrevistas a los medios de comunicación y una pregunta recurrente fue sobre si la gente confiaba o no en el Poder Judicial de la Federación. La mejor respuesta a esa interrogante formaba también parte de la exposición presentada en cada foro: cada año ingresan más de un millón de nuevos asuntos al conocimiento del Poder Judicial de la Federación. Durante 2021 llegaron 631,572 asuntos a los juzgados de distrito, 384,997 a los tribunales colegiados de circuito y 82,190 a los centros de justicia penal federal, por citar tres ejemplos especialmente notables. En el caso de la Suprema Corte presentamos la estadística de ingresos correspondiente a los años 2019-2021; en ese periodo el tribunal constitucional recibió 41,558 asuntos (la mitad de los cuales fueron amparos directos en revisión, dicho sea de paso).

Esos datos estadísticos representan con hechos el mejor voto de confianza: que la gente acuda a diario ante las personas juzgadoras federales para solicitar que se proteja su libertad, su patrimonio, su salud, a su familia o cualesquiera otros intereses y derechos.

También expusimos que, año tras año, se resuelven casi el mismo número de asuntos que ingresan, manteniendo a raya al fantasma histórico que ha lastrado la legitimidad de la función judicial: el famoso rezago.

Aunque en esto también debemos ver un área importante de oportunidad. Las expectativas de la gente son muy altas respecto al desempeño de la justicia federal y una de esas expectativas consiste en que los asuntos se resuelvan rápido. Entiendo que es más fácil decirlo que hacerlo, pero debemos recordar siempre que, por mandato constitucional, la justicia se debe administrar de manera pronta y expedita. En varias entidades federativas escuchamos sentidos reclamos por el retraso en el dictado de las resoluciones; hubo lamentos por la técnica que a veces emplean los tribunales colegiados de circuito o incluso la Suprema Corte del “amparo para efectos”, que si bien se ha venido limitando desde el año 2013 gracias a la Ley de Amparo vigente, todavía se utiliza con cierta frecuencia. No fue sencillo seleccionar los criterios más relevantes de la Suprema Corte, para exponerlos en un tiempo que fuera razonable. Elegimos temas que fueran cercanos a la experiencia cotidiana de la gente: retroactividad del pago de alimentos, prohibición de usura, criterios para identificar la malpraxis médica, divorcio incausado, doble jornada laboral, derechos de las personas con discapacidad, protección jurídica del medio ambiente y sus principios específicos de interpretación (principio pro natura, principio de prevención, principio de precaución, principio de participación social, principio de transparencia, etcétera), entre otros.

Permítanme destacar de nuevo que cada criterio fue expuesto en lenguaje sencillo, sin aludir a los aspectos técnico-jurídicos, sino destacando sobre todo lo mucho que esos precedentes ayudan a las personas a resolver sus problemas y contribuyen para que podamos vivir en un mejor país, un país más justo, más solidario, más empático con el dolor de los demás.  

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También fue comentado en cada foro que durante la pandemia se aceleraron las tendencias, originadas en años precedentes, que permiten e incentivan el uso de las tecnologías de la información para mejorar la justicia. Dimos cuenta de que durante el año 2021 se presentaron a través del portal de servicios en línea del Poder Judicial de la Federación 264,098 demandas, a las que hay que sumar la presentación de 1,547,655 promociones de diverso tipo. Y se realizaron 1,171,435 notificaciones digitales, con el consiguiente ahorro de horas/persona, gasolina, desgaste vehicular, etcétera.

Pero es mucho lo que queda por hacer para profundizar en el paradigma de la llamada “justicia digital” o “e-justice”, porque con datos de diciembre de 2021, apenas estaban registradas como usuarias del portal de servicios en línea poco más de 86 mil personas, pese a que somos más de 600 mil las que tenemos en México una cédula profesional para ejercer como abogados o licenciados en derecho. Hay que explicar mejor las ventajas que tienen las nuevas tecnologías para lograr beneficios compartidos y poder dar una mejor respuesta a los problemas de la gente, ya sea en el papel de personas juzgadoras o como postulantes. En varias sedes de los foros nos comentaron la necesidad de simplificar el trámite al obtener la firma electrónica y la importancia de que el portal de servicios jurídicos funcione de manera continúa, sin interrupciones de ningún tipo.

Para cada entidad federativa elegimos entre 4 y 6 sentencias emblemáticas de los juzgados federales que tienen competencia en su territorio. Hablamos de casos en los que se atendieron violaciones a derechos de personas migrantes, de derecho al agua, de responsabilidad civil por daños, de negligencia médica, de violencia obstétrica, muchas veces de derecho a la salud ya sea por falta de acceso a la infraestructura hospitalaria, por falta de suministro de medicamentos o por la lucha de los progenitores para lograr que sus hijos fueran vacunados contra el COVID-19, entre otros múltiples y variados temas.

En los 31 eventos realizados en toda la República tuvimos una asistencia total registrada de 8,538 personas, estuvieron presentes 1,025 organizaciones de la sociedad civil, expusimos 164 sentencias de tribunales y juzgados federales, nos acompañaron 248 personas juzgadoras, logramos 119 impactos en los medios de comunicación locales (incluyendo 54 impactos en prensa escrita, 12 entrevistas de radio, 21 segmentos televisivos y 32 impactos en medios digitales). Cada evento fue íntegramente grabado, sumando 60 horas de grabación, de las cuales 27 fueron de diálogo directo, público, abierto y transparente con la gente. Hicimos 31 cápsulas informativas para el canal de JusticiaTV y un igual número de reportajes extensos, logrando multiplicar el alcance e impacto de cada evento.

Señor Ministro Presidente.

Señoras y señores.

Estos son los datos oficiales y lo que debe quedar en la memoria institucional de este importante proyecto. Pero lo más impactante habitará, sin embargo, en algún lugar de la memoria personal y de la biografía de quienes estuvimos en cada foro, y será sin duda alguna de muy distinto registro al de los datos oficiales.

Escuchamos en Pachuca a una joven integrante de una organización que agrupa a pacientes de las llamadas “enfermedades raras”, quienes no cuentan con medicamentos y ni siquiera con personal médico que los pudiera atender debidamente.

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En Chihuahua presenciamos el reclamo de la señora Norma Ledezma, una madre que lleva más de 20 años clamando justicia porque su hija de nombre Paloma Angélica Escobar Ledezma, fue víctima de feminicidio.

En Puebla una madre de familia nos contó de los abusos sexuales sufridos por su hijo de 5 años a manos de un sacerdote de la comunidad en la que vivían y después de narrar detalles desgarradores de las agresiones sufridas por el niño y de la negligente investigación conducida por las autoridades ministeriales nos dijo que ahí estaba su hijo, sentado junto a ella, habiendo aguantado la duración completa del evento y lo que le debe haber parecido una conferencia interminable sobre temas del todo aburridos.

En Sinaloa me impresionó una mujer que se dolía por la desaparición de su marido detenido por efectivos militares el 7 de junio de 1976, a quien lleva buscando sin desfallecer ni un solo día desde hace 46 años.

En Monterrey una mujer sorda nos contaba las enormes dificultades por las que había atravesado para poder divorciarse y asegurar una pensión de alimentos para sus hijos, dadas las barreras comunicativas que le impedían una comunicación fidedigna con quien estaba resolviendo su caso.

En Zacatecas el señor Agustín Solís, un padre de familia, nos contaba sobre el secuestro y el asesinato de su hija apenas adolescente a manos de un novio celoso.

En Oaxaca platiqué con una mujer de escasos recursos que no podrá ya nunca tener hijos porque un médico negligente le extirpó indebidamente la matriz y así por el estilo.

En todos esos casos, las palabras de alivio o de solidaridad que uno pueda pronunciar son insuficientes y sirven para muy poco. No alcanza ningún recurso gramatical (o al menos ninguno que esté a mi alcance) para transmitir la pena compartida, para poder trasladarles el abrazo y el cariño que necesitan esas personas por el dolor inmenso que los atraviesa, del que nunca podrán recuperarse, para hacer evidente la necesidad de pedirles perdón porque como sociedad les hemos fallado una y otra vez, extendiendo hasta límites insoportables su sufrimiento.

Se trata de testimonios que nos hablan de un país que no termina de cuajar, que tiene a una parte de su tejido social roto, que no ha sabido dar una garantía efectiva a los derechos de las personas más vulnerables, que tiene una inmensa tarea todavía pendiente de construcción de instituciones fuertes y efectivas, que estén enfocadas en el logro del bien común.

Hubo ocasiones en que me cuestionaba, en la penumbra y el silencio del cuarto del hotel en el que estaba alojado, si en verdad tenía sentido todo ese esfuerzo, si no era demasiado poco lo que estábamos haciendo, llevando solamente nuestras palabras a gente que lo estaba pasando mal o muy mal en sus vidas. Me pregunté muchas noches sobre el sentido del derecho y los alcances, tan limitados en una nación como la nuestra, de las herramientas que ha forjado el constitucionalismo de nuestro tiempo para defender la dignidad de las personas. No encontré respuestas útiles, pero estoy convencido de que muchas de las personas aquí reunidas podrán hallarlas y de esa forma serán capaces encender una llama de esperanza que con tanta urgencia necesita el país.

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Frente a las verdaderas desgracias humanas que nos contaban algunos de los asistentes a los foros, sería tal vez excesivo quejarnos porque quienes conformamos el equipo de este gran proyecto itinerante, en algunas entidades federativas padecimos de fenómenos metereológicos extremos (desde lluvias intensas hasta tormentas tropicales), porque en una ocasión tuvimos que suspender el evento a la mitad de la exposición por un fuerte sismo y evacuar a toda prisa un auditorio abarrotado por más de 800 personas, porque un día antes de uno de los eventos en la entidad federativa a la que íbamos llegando integrantes del crimen organizado cortaron las carreteras, incendiaron camiones, las clases fueron suspendidas y los comercios cerrados, y un largo elenco de anécdotas que algún día podremos contarles a nuestros nietos.

Cada uno de quienes participamos en esta intensa gira por todo el país regresábamos a nuestros hogares y preferíamos contarle a las familias solamente lo bien que nos fue, la excelente convocatoria que logramos, la manera tan entusiasta en la que la gente respondió. Quedan solamente para nuestra memoria y nuestro recuerdo los obstáculos y dificultades que tuvimos que enfrentar, todos ellos venturosamente superados.

Expreso mi agradecimiento a César Castillejos por habernos acompañado a los foros en Toluca, Querétaro, Culiacán y Morelia, a Alejandro Téllez por haber estado en el evento en Toluca, a Amadeo Díaz Moguel por su participación en el de Tuxtla Gutiérrez y a Alejandra Spitalier por su brillante intervención en el foro de Campeche, reivindicando con una contundencia impresionante lo mucho que se ha hecho en esta administración de la Suprema Corte en los temas de género.

Nada de lo logrado hubiera sido posible sin el apoyo en la fotografía de Bernardo Paz, en la grabación de cada momento a cargo de Gerardo López, en el apoyo logístico y de producción de Gisela Martínez, en el contacto con los medios de Javier Ortiz, en la tarea de selección de sentencias de Héctor del Castillo desde el Consejo de la Judicatura Federal, y sobre todo sin el liderazgo, el talento y el compromiso profesional de Erica Mora, quien tuvo a su cargo la coordinación general del proyecto.

A todos ellos les extiendo un enorme agradecimiento y les reafirmo que fue un privilegio poder caminar a su lado, porque en todos los días que compartimos me permitieron aprender de ellos y observar lo mucho que se puede lograr cuando se integran equipos profesionales y entregados de tiempo completo a la realización de las tareas asignadas, por arduas que sean.

Estoy convencido de que el Poder Judicial de la Federación conforma hoy en día una de las más sólidas columnas vertebrales del Estado mexicano. La tarea de impartir justicia a nivel federal está a cargo de personas sin igual, que ejercen día a día su trabajo con independencia, que juzgan bajo el único amparo de la Constitución de la República y cuyo compromiso de vida es con la defensa cabal de los derechos humanos. De todo ello debemos sentirnos orgullosos, asegurándonos en todo momento de impartir justicia de manera cercana a la gente, porque de esa manera también estamos contribuyendo a la siempre inacabada pero irrenunciable tarea de tener en México un Estado constitucional y democrático de derecho.

Señor Ministro Presidente: misión cumplida. Muchas gracias por su confianza y muchas felicidades por otro gran logro alcanzado en su magnífica Presidencia.


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